Esa tarde se nos fue
el último tren a Lobos, un destino escrito
en la tabla de horarios de la estación.
¿Debíamos caminar
los noventa y nueve kilómetros
hasta el lejano oeste
encontrar un coche en la ruta
una casa rodante, tal vez
con nafta suficiente para todo
el fin de semana? O llegar por error
a Las Vegas y apostar el último centavo
dejarnos arrastrar por la fortuna
hasta lo más hondo
de un maremoto japonés.
Al final, lo posible
es sólo lo que pasa: nos quedamos
cerca
mirando el imán de las brasas
bajo el bolero nocturno del otoño.
el último tren a Lobos, un destino escrito
en la tabla de horarios de la estación.
¿Debíamos caminar
los noventa y nueve kilómetros
hasta el lejano oeste
encontrar un coche en la ruta
una casa rodante, tal vez
con nafta suficiente para todo
el fin de semana? O llegar por error
a Las Vegas y apostar el último centavo
dejarnos arrastrar por la fortuna
hasta lo más hondo
de un maremoto japonés.
Al final, lo posible
es sólo lo que pasa: nos quedamos
cerca
mirando el imán de las brasas
bajo el bolero nocturno del otoño.
qué hermoso, nena!!
ResponderBorrarhermoso, hermoso.
Ja, le dí miles de vueltas y así quedó.
ResponderBorrargracias
:)
Lindo Male, lindo..esto salio de la vez fallida a Lobos o de la que si fueron??
ResponderBorrarQue lindo que es!!!!!!!!!!!!
de la fallida
ResponderBorrarimposible is nothing :P
Me gustó ésta poesía che! Salutes
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