lunes, 31 de marzo de 2008

Lucy en el cielo con diamantes

Este fin de semana probé y recomiendo:


Correr por la playa de la mano con tus amigos. La luna cuelga de la nuca y las estrellas están en ese cielo que no puede más. La cara va contra el viento. Los ojos miran allá adelante, allá lejos. Y el mar.


Rapear en la arena. De a dos personas, o más. LLevar campera con capucha.


Ver Notting Hill. Prestarle atención a la escena en que el pelado se lleva a la liceadita en brazos. También a la de la conferencia de prensa. A cómo besa y sonríe Julia Roberts, a cómo él pone esa cara de gil inglés. A cómo llora alguno mientras mira la película.


Cantarles una canción. O varias (O estas: Im Singing in the rain, fly me to the moon, Tristeza nao tein fim, La pomeña), mientras sentados en la arena se mira la marea subir. Regalos.


Comer pizza de La Jirafa Chiquita. Chiozza y Querini, San Bernardo.

Usar sombrero de paja, anteojos de sol y una pelota de NIVEA debajo del brazo.

Ver a un amigo hacer muchas comedias musicales en el lapso de una hora. Mientras atardece, si es posible.


Filmarlo todo. Recordarlo todo. Todo significa hasta donde se pueda.


Chocolate Feelling.



No enfrentarse con la gente hasta no estar bien preparado. Mucho cuidado.


Leerles un cuento. Antes de que se duerman, uno de Fabián Casas fue.


Si es posible, hacer todo en lo que va del atarder de un sábado hasta la madrugada del día siguiente... se amanece de buen humor.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Qué hago con tanto ego?



El blog, el fotolog, el facebook, el book, el casting, la obra, la foto, el texto, los ojos, la lente, el espejo, el vestido, el zapato, el escote, el perfume, las uñas, el rimmel, el taco, la voz, las piernas, la canción, el cuello, la palabra, la palabra!




esto ya es demasiado.





(Esto se pasa de castaño a oscuro. Como mi cabeza, que ya de rubia no tiene ni un pelo.)


jueves, 20 de marzo de 2008

Intolerancia pascual

Odio que la gente antes de entrar me diga "¿puedo mirar?".


Algun día -ya van a ver- responderé: NO.

Primicia II

Ayer me di cuenta de que tiendo a sonreir para la izquierda. Intenté, entonces, hacer la misma mueca para el otro lado. Lo logré, con dificultad, pero tuve que abandonar. Si sonrío para la derecha parezco una vieja tomawisky de setenta años.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Llamado a la solidaridad

La situación de precalentamiento en una clase nueva de teatro es de lo más cómica. En realidad, en todo el año está esa cuestión de vergüencita de grupo humano haciendo pavadas a la vez, pero que más entrado el año se va salvando, porque ya cada uno va tomando un rol en el grupo, ya no se mide todo, ya todos sabemos que no hay peligro.

Ayer, en cambio, mientras que en el pecho sentía los mismos nervios del primer día de clases de segundo grado (muchos, porque encima me había cambiado de colegio), para afuera me hacía la que relajaba el cuello, la mandíbula, la espalda, las muñecas. Sacaba la voz un poco -no mucho- y pensaba "Mirá ese cómo se tiró en el piso para estirar, qué se hace?" o "Ella seguro que es buenísima" o "Mejor me pongo acá atrás así nadie me ve" o "Por qué me traje esta remera que está toda gastada" o "Por qué no me tranquilizo un poco y dejo de transpirar".
A mi derecha encontré las caras amigas del año pasado, que entre mi sonrisa tironeada supieron leer "mejor nos vamos a tomar una cerveza al bar de la esquina", y eso de que me comprendieran me hizo respirar mejor, que estábamos en la misma. Y en ellos podía descansar mi seguridad, lástima que despertaba de aquel modo.
¿Cuánto más tiempo nos van a dar para seguir haciendo el ridículo entre todos nosotros? Porque disimulando mi poca elongación no creo que me haga amiguitos nuevos este año! Y si hay quien realmente haya estado usando todo esto para lo que debería?!! A favor del actor?! De ese desconfío aún más... Podemos empezar, por favor...? Por favor, que arranque la clase, que entremos en ese terreno donde puedo crear la realidad que se me canta, por favor, por favor!

Y... empezó.


viernes, 14 de marzo de 2008

Te quiero matar pero te llamo por teléfono

-Consultorio..?


-Hola, qué tal? Quería hablar con la doctora Fleider...


-No, el lunes recién viene ella.


-Ah, bueno, te puedo pedir un turno, entonces?


- Mirá que hasta abril no tengo, eh?


- Claro, es que sabés lo que pasa? El otro día estuve esperando dos horas y no me atendió.


- Viniste un lunes?


- Si


- Claro, los lunes es para esperar. Porque ustedes ¿viste? se piden sobreturnos y esto se llena de gente.


- Pero si yo no pedí sobreturno. Es más, te lo pedí con tres semanas de anticipación.


- Cómo te llamás?


- Malena


- Apellido?


- Schnitzer, con Ese Ce Hache.


- Pero qué pasó?


- Y, que tenía turno 17.30 y a las 19.30 todavía no me había atendido, me tuve que ir.


- Es que los lunes es para esperar. Y bueno pero yo hasta abril no tengo nada.


- Pero entonces dame un sobreturno...


- No, yo no doy sobreturnos



- Pero si recién me dijiste que..



-... salvo que sean urgencias. Y los lunes viene mucha gente, es por eso.


- Bueno entonces tengo que atenderme con otra persona, si la doctora no tiene tiempo ni para atender a sus propios pacientes.. encima que te pido el turno con miles de días de anticipación después me dejan esperando toda la tarde?!


- Y, bueno, no sé.


- (!!!) ...No sabés. Ok,CHAU.



- Chau, grac...


Corté.
Y me puse a llorar un poquito.

Los mosquitos están apoderandose de mí

Hoy no pienso detenerlos!

Me entrego a la mutación sanguínea.

Tal vez este era el cambio que tanto estaba esperando.

lunes, 10 de marzo de 2008

Desde un balcón francés se puede ver Plaza Dorrego

Estábamos en París, en un restaurant italiano. Desde arriba veíamos una esquina de San Telmo. Acá, nosotros: yo unas pastas, él una pizza, los dos un malbec; allá abajo, el resto: cruzar la calle, una puertecita verde, un hombre camina. Acá el pan, las tostadas y las aceitunas en pimienta; en la puertita, al tipo ya se le destrozaba la botella de birra sobre la vereda. Nosotros reíamos cuando veíamos desde Francia zigzaguear al borracho.
Llegaron mis tagliateli al pesto y su Margarita. Ahora enfrente había otro tipo (y del primero ni rastros), un pelado de pelo largo que hacía pis sobre el hierro de la puerta y también sobre el escalón. Algo decía, pero desde acá no lo escuchábamos. Cada tanto aquí entraba el mozo que nos tenía encerrados afuera. Esta vez nos ofrecía el postre y después del "No, gracias" volvía a cerrar fuerte. "Es que si fumás no puedo dejarte abierto, viste?", me decía.
En la entrada verde ya había un tercero. Era uno de camisa abierta que sin darse cuenta apoyaba todo su cuerpo en el meo, en la birra, en los vidrios rotos. Gritaba "Chúpenla!" a los turistas que pasaban, a todos. Y a nosotros -que sí lo mirábamos- no nos veía. Creo que nadie lo hacía. Desde esa Europa cercana podíamos reirnos un poco de los sudamericanos.
Quizás fue justo ahí donde se nos cayó el tenedor. Un tenedor de los pesaditos -no fui yo, tengo que aclararlo- se despegó de la mesa, rebotó en alguna rodilla nuestra, se escabulló por entre las barras de hierro y las lucecitas de navidad del balcón, pegó en el hombro de una señora que justito pasaba por ahí y descansó, finalmente, en el capót de un auto. No sé cómo fue que vi todo, porque tardé bastante en reaccionar, en sacar la cabeza para que, esta vez sí, nos devolvieran la mirada. Un policía bobo doblaba el cuello hacia nosotros y a su lado la mujer con la cara ya deformada por la ira me tiraba unas puteadas. Yo decía "Sí, cayó!" La mina ya había agarrado el cubierto y se lo estaba llevando.
No quedó otra que tener la valentía de contarle al camarero nuestra hazaña. Y él (que "Si no mataron a nadie, está bien", nos dijo; y matar no, no habíamos matado) se dio cuenta -lo sé porque nos sonrió-: de qué tan generosos habíamos sido al traerle a esa desconocida un recuerdo, ese souveinr francés que le cayó del cielo de San telmo.

viernes, 7 de marzo de 2008

jueves, 6 de marzo de 2008

And the winner is...

Me di cuenta de que las secciones "De Male en peor" y "De lo que se quiere y se puede" están codo a codo. Acá, gana la segunda casi sin querer. O queriendo y pudiendo. Pero a grandes rasgos, en mi vida viene con ventaja la primera. Mejor sería que fuese al revés. Aunque eso de ponerme etiquetas verdaderas (como si estas no lo fueran) aumentaría con creces mi neurosis cotidiana y el plan quedaría totalmente boicoteado.
Otra solución podría ser cambiar drásticamente los nombres. Pero la verdad es que me gusta esta especie de competencia. Y la pura es que no sé bien cuál quiero que sea la ganadora. Mi yo con esperanzas, motorizada totalmente por el deseo y con una sonrisa en la cara; o mi yo que se regodea en el desastre, y que con orgullo levanta la frente para decirme a mí (que no se dónde ando a todo esto) que puede salir de ésta, al fin y al cabo, casi ilesa.

Veremos, veremos, después lo sabremos.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Amigos nuevos

Ahora en mi alacena, también cuento con ellos:

Eneldo
Comino
Laurel
Ají molido
Más pimienta
Ajinomoto
Hierbas de europa (?)
Estragón
Semillas de sésamo
Curry
Azafrán
Pimentón

Perdonen, frasquitos, si me olvido de alguno.

lunes, 3 de marzo de 2008

Por el Poder de!

No sé por qué es que me gustan las tormentas. Las lluvias fuertes, eléctricas, con relámpagos y -siiiii- truenos grosos. El olor a lluvia, que en realidad es de tierra mojada, pero que a veces llega sutilmente hacia nosotras, las ratas de ciudad. Siempre pensé que era algo normal pero a lo largo de mi vida me fui encontrando con mucha gente que las puteaba, pobrecitas. Ellas, siempre tildadas de entristecer el día, de melancolizarlo sin piedad, de erizar el pelo y hacernos elegir la ropa más fea a la hora de salir de casa.
Hace unos años ya, que uso paraguas. Cuando era más chica canchereaba diciéndome que lo odiaba, pero la verdad es que es un invento zarpado. Te deja caminar abajo del agua sin empaparte. Simple. Es más: ¿esos transparentes? mirar directo al cielo sin que el agua que baja te haga cerrar los ojos... Y quizás porque la perfección me da un poco de miedo es que no compré nunca esas botas que tengo vistas hace años, y un piloto totalmente impermeable que me tienta en mi cabeza aunque no sé si existe.
Admito que también me cabe la parte romántica del asunto. Las tormentas son mucho más trágicas que la vida de sol. Y si es de noche, bueh, qué cosa más grosa que se desplome el cielo sobre la tierra de tal modo, en medio de la oscuridad. Y ese ruido...! De dónde carajo sale?!?! Porque además de la explicación científica (come on!) , cada vez que truena es obvio (o quizás esté viendo mucho LOST) que este lugar en donde estamos, este, que por alguna u otra razón elegimos, nos está intentando decir algo. PRRRRRRRSHDHSDUUSDHAAAAAAAAGH, nos dice! Después de iluminarse todo, y finalmente nos empapa sin más.

El domingo dormí con el ruidito del repiqueteo sobre la terraza de aluminio y, también, con el de las gotas pegando sobre la persiana. La lluvia mata al insomnio y pone contentas a las plantas. Que siga así. Que mate también al insoportable marzo. Que le serruche el piso. Que le pare el carro. Que le corte el mambo. Que le pare la moto. Que le baje un cambio. Que se inunde todo y que vuelvan los tornados pero ¡por favor! que este mes tan de inicio de clases, este mes tan lunes desaparezca del calendario…
 
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