Si yo fuera hincha de Atlanta

Si yo fuera hincha de Atlanta también preferiría
ante la duda de si hay o no vida después
de la muerte
que mis restos sean velados cerca de la cancha.
Si fuera de esos hinchas que guardan de recuerdo
un ladrillo del edificio original del club atlético
si en los ochenta
mi fábrica de hombreras hubiera hecho furor
en la tanda publicitaria de los partidos
con el eslogan
Wasserman, a la altura de su elegancia
yo también querría que me despidieran
en la cochería que está frente al estadio.
Y que la tarde de la muerte
mientras uno dice Al menos no sufrió y otro
frunce su boca y asiente con la cabeza un par de veces
y todos toman sin parar
café en vasitos de plástico, reconocen
lo cortita que es
la vida y se caen
en ese lugar común en el que nos dejamos caer en estos casos
se oiga por la ventana del living mal decorado
un festejo fervoroso
la hinchada gritando con todo
los dos goles del equipo local y deduzcamos
que al final sí que somos eternos e invictos
superhéroes porteños, que tal vez esto
no sea esto
sino nuestro futuro posible.