sábado, 31 de enero de 2009

es patológico?

emborracharse en la casa materna un sábado a la noche?

cómo pega el fatay

con las manos mezclar aplastar la carne con limón las cebollas el rallador revolver y probar y salar y la olla los pedacitos de todo en los dedos de pimienta de sabor crudo el olor que va a tener cuando salga del horno la masa hecha por vez primera caliente te quema la boca que soplás lo hice yo como mi abuela una pavada lo dejé macerar todo un día qué rico que está la harina que leva sin él con cebolla que hace llorar se mezcla y aplasta la carne ese recuerdo él con la fuerza la levadura y ahora no pero va a sanar si no es hoy mañana los meto al horno fuerte los saco de a seis regalo de historia cómo me gusta revolverlo todo con mis manos enchastro todo después lavo todo seco todo y ya está todo está acá adentro acá afuera la cebolla que llora y yo acá listo ya están a comer que se enfría mmmmmm


[Hola, Manuel]

viernes, 30 de enero de 2009

jueves, 29 de enero de 2009

La directora dice

que tengo que verme todas sus películas y actuar un poco así:


lunes, 26 de enero de 2009

Caput

Después de pasar unas vacaciones de tres días mirando estrellas adentro del agua, habiendo superado con creces la problemática de probar la pileta antes de zambullirme, ahora, que tuve la oportunidad de sacar conjeturas tales como que sé matar cucas pero que salir corriendo con una toalla en la cabeza al grito de es un murciélago, es un murcielago junto con otras tres no es un signo de total valentía, aunque haber hecho una fiesta porque sí en enero -hay que asumirlo- eso sí lo es, sobre todo si se consigue un orgulloso piso pegoteado y algunos piropos, ahora entonces, que me sé tauro y tan tierra, ahora que es verano y me la banco, porque tengo ventilator, digo: se acabó lo que se daba.

lunes, 19 de enero de 2009

Una fiesta porque sí


Los bloggers que quieran venir me mandan mail y me piden la dire, ok?


¿No es muy cope el flyer? lo hizo mi amiga Franca.
Y la foto que está adentro de la tevé también me la sacó ella hace como un año ya.
¿No es muy genial?



jueves, 15 de enero de 2009

Naturaleza muerta

Ya es el segundo aloe vera que se me muere.

Estoy un toque triste.

Con este pensaba que lo iba a lograr. De hecho duró bastante. Lejos de las felinas moridas estaba protegido en un estante, embelleciendo algunos libros, hasta que de pronto empezó a darse aires de muertito. Intenté entonces una obviedad, un cambio de lugar a último momento, qué se yo. Qué pasa si lo pongo en la terraza donde sí le da el sol?

Pero no.

Destinado a la ruina, no sólo no sobrevivió, si no que se desinfló de golpe como diciéndome "vos no servís para esto- lamento desilucionarte otra vez- nunca vas a ser de las que tienen plantas frondozas en su balcón- creo que tu vecino del 5to me vio morir y su teoría queda cada vez más confirmada".

Sé que enterrarlo es un chiste de mal gusto, pero tirarlo a la basura me da como cosita.
De todas formas no me preocupa tanto el pobre aloe. Es decir, todo bien, pero es un cacho de verde. Lo que no me cabe para nada es tener que contarle todo a mi amiga Angi. Angi es la que me los regaló, a ambos aloes suicidas. Y no es que me sienta mal por eso. Lo jodido es que Angi tiene una colección de cactus en su balcón. Tiene de esos cactus que hasta dan flores de tan bien que los cuida. Es increíble, posta. Flores silvestres divagues y hermosas, flores de las que nacen un solo día al año, otras gigantes rarísimas sacadas de la historia sin fin, perfumadas, excepcionales. Y las tiene todas ordenaditas, prolijitas. Estas con estas, esas van con esas...


Re da comprar uno y hacerme la gila, no?

Uno bien crecidito.

O será que en la tercera seré vencida como la manteca del chino garca?

Uff, el verano trae consigo estos conflictos existenciales, vieron?

martes, 13 de enero de 2009

Maníaca

Y ahora me voy a ir a comprar un dvd player.

domingo, 11 de enero de 2009

Primero lo primero

En el comienzo estoy yo.

sábado, 10 de enero de 2009

Viva Perla

Mamá:
Entonces les dije a los de Fibertel: Ustedes están ofreciendo promociones por 40 pesos y yo estoy pagando 120, no me piensan dar absolutamente nada?! Al menos publiquen que Perla y algunos otros pelotudos están bancando la promoción! Sí, tenía ganas de pelearme pero ni se mosquearon. El lunes voy a ir a las oficinas, cara a cara no es lo mismo.

Y después me mostró el cuento que preparó especialmente para sus primas. Me dijo sonriendo y con un dejito de orgullo que no le molestaba si lo publicaba así queee...acá va:


Todo empezó con una promesa que me prometí cumplir. Podría, ya que lo tengo a mano, utilizar el recurso fácil de decirme” la promesa esta para no ser cumplida”. Podría, pero no.
Me pidieron que cuente sobre nuestros encuentros. Tengo tiempo por delante para hacerlo y tengo tiempo para atrás, retazos para hilvanar.
Encuentros de primas, que seguramente entran en la categoría del tercer tipo, no por alienígenas aunque merecen ese título, sino porque en cierto sentido nos une lo más incomprensible y extraterrestre: el vínculo de sangre que nos hace primas. Todas tenemos una misma abuela y un mismo abuelo; la sangre de Felisa y Tofi corre por nuestras venas, si esto no es un encuentro del tercer tipo ¿qué podría serlo?
Nuestros encuentros duran aproximadamente 4 horas. Parece mucho pero dividido por seis mujeres nos da 40 minutos a cada una y siendo que Felisa y Sarita donan sus minutos a los otros nos da que a cada una nos toca la friolera de 60 minutos.
Venimos de a par, es decir, Mónica no es sin Liliana. Si una de ellas llega más tarde o no viene es la otra quien responde. Su mamá, mi tía Uchi, se ubica en el ranking de temas tratados en el anteúltimo lugar, no por no ser importante sino porque no hay muchas variaciones. Es la típica madre, en este caso judía, que pide, pide y pide. Estoy segura que hasta sueña pidiendo, tanto que hasta sus hijas sueñan que pide y que por un instante, sólo por un instante, se lleva el dedo a la boca y se duerme feliz. Uno siempre cree que puede darle al otro lo que necesita. ¿Será para que se calle la boca? Todas escuchamos atentas y con miradas cómplices que denotan comprensión, nos pasa lo mismo, estamos en ese vaivén entre la fe y la increencia. Y nuestras charlas están ahí desenfadas, sin dioses que nos reclamen castigos por nuestros actos ateos. ¿No es acaso un acto de fe descreer en la palabra de quien nos dio la vida? Fe en que no vamos a ser castigadas por tamaño desapego. Fe en que podemos sobrevivir aún sin ellos. Fe en nosotras. Seis mortales que sobrevivimos a los embates de padres, madres, hermanos, maridos, ex maridos, hijos, nueras, nietos. ¡Ah, sí!, me apunta la memoria, también de cuñadas.
Los años además de arrugas y botox para contrarrestarlos, nos hizo mujeres más sabias, aunque el mundo aún no se haya percatado de este milagro.
Felisa y Sarita son las otras dos hermanas. No es necesario preguntar a una por la otra. No vienen sino es juntas. A veces me pregunto cómo habrá sido la vida de Felisa hasta la llegada de su hermana menor. ¿Quién la acompañaba? Sus vidas para mí son un misterio. Sus opiniones acerca de los temas que abordamos los atesoran para ellas. Es verdad que uno es esclavo de lo que dice y amo de sus silencios pero creo que cuando comenzaron nuestros encuentros, decidimos romper las cadenas y ser amos de nuestras palabras. Nunca nos lo dijimos y tampoco cantamos el himno antes de pedir el café al mozo pero somos fundadoras de una tierra virtual sembrada de hazañas cotidianas.
El último par lo formamos Norma y yo. Es un par impar. Parece un juego de palabras pero no. Venimos de a una. Aunque Norma supone ser parecida a mi mamá, lo cual la dejaría en un grado de mayor cercanía con mi vieja y por ende conmigo. Nunca le discutí esa apreciación, para no desilusionarla. Cuando era más joven me producía cierta bronca que ella me quitara el privilegio del parecido materno pero como dije antes, una es más sabia, el parecido nos hace hermanas. Eso sí, que conste en actas: es mi hermana mayor.
Ya les adelanté algo sobre los temas en torno a los que giran nuestras charlas. Quiero primero romper un mito, ese del que las malas lenguas -sobre todo las masculinas- se ufanan. NO HABLAMOS TODAS A LA VEZ. Todo lo contrario, una espera su turno como en la rayuela, ahí nomás que una tambalee - metáfora que indica que toma aire para respirar- está la otra.
Sería imposible para cualquier semiólogo ubicar en nuestras charlas el pasaje de un tema a otro. También le resultaría difícil a cualquier mortal que por casualidad se quedase escuchando algo de nuestra conversación.
En nuestras pláticas abundan muchos adjetivos calificativos especialmente cuando nos referimos a nuestro cuerpo o al ajeno como por ejemplo: “estoy hecha una vaca”,” mira que yegua”,” mi cara es un bandoneón”. Otros referidos al estado de ánimo: “me tiene podrida”. Nuestros diálogos toman prestadas de nuestros abuelos, por supuesto, palabras que cualquier hijo de vecino, si espiara, diría que son extranjeras. Pero es al revés, los extranjeros son ellos, esas palabras son nuestras. Hay frases que no podemos decir sin terminar con una “meynune” como tampoco sin agregar como comentario al pie, que tal o cual es una “jartera”. Hasta la delicadeza de decir “iyire” y no “sirvienta”, que suena tan despectivo. En la lista de los reproches a mi madre el que ocupa el primer lugar es que me haya privado de la musicalidad de esas palabras. Es más, creo que la verdadera razón, inconfesable, por la que ansió los encuentros es para recuperar esos tonos orientales, esos que por ser “crepsie”, me perdí.
Los temas -no crean que estoy evadiendo la cuestión es que no sé si es lo más importante- son la razón para enhebrar palabras, para enganchar nuestros sentimientos, para corroborar que no pensamos igual o sí pensamos igual. Da lo mismo. Creo que son una buena excusa para batallar con la muerte. Cada encuentro es la renovación de un pacto de sangre. ¿Suena muy épico? Puede ser, no somos una logia, tampoco las custodias de las tablas de la ley. Pero tal vez tenemos un acuerdo tácito que nos convierte en guardianas de un pasado y portadoras de un futuro anterior. Sin ir más lejos, para que sepan de que hablo: Malena, mi hija mayor, prepara unos ” lajmashin” que son una delicia. Sí, ya sé, parece una contradicción eso de decir futuro anterior, ¿pero no les parece más extraño el futuro a secas?
El comienzo es bastante ordenado, a medida que vamos llegando contamos las novedades que van desde viajes hasta nuevos nacimientos, se incluyen casamientos incluso de vecinos del country o del shill. Por supuesto no faltan muertes o divorcios.
El final merece un capítulo aparte. El final comienza con el pedido de la cuenta al mozo quien osa traerla toda junta. Si, en el final el mozo participa de nuestro encuentro, en general con disimulada complacencia responde a cada una de nuestras preguntas: ¿cuánto cuesta el café? ¿El té vale lo mismo? ¿El agua mineral está incluida en el menú? Con disimulo se va alejando y nosotras, lapicera en mano, hacemos la cuenta con propina incluida. Si algún gurú de la economía nos viera se quedaría estupefacto con la precisión con que repartimos los tantos. Nada falta, nada sobra. Lo que prevalece es el sentido de la justicia equitativa. Cada cual con lo suyo, aquí no hay redondeo que valga. Esto nos lleva por lo menos 20 minutos, con lo cual, si de repartir con justicia se trata, en estos 20 minutos de charla habría que incluir al mozo y ya seriamos siete.
Y en el final final, el baño. En esa nos prendemos Mónica, Lili y yo. Es difícil ser delicada en lo que se refiere a ese momento. Siempre estamos cada una a punto de mearse. Y por supuesto, en el camino realizamos una serie de contorsiones para impedir la salida del líquido elemento. No nos miramos, no nos hablamos, cada una está concentrada en lo suyo. Es la única manera de salir victoriosas de ese transe. Los ignorantes hablan de prolapso. Nosotras sabemos que es un mal de familia.
La abuela Felisa es el origen. Y como ven, en el final, el principio.
¿Quién tiene a mano un almanaque para ver cuando nos encontramos?

jueves, 8 de enero de 2009

Paradoja

Escribiría
sobre citas y
chicos y
esas cosas

pero todavía no da

viernes, 2 de enero de 2009

El culo me llueve

Primero de enero, 21.45 hs.

Qué bien. Compré puré cheff. Hay un reality muy bueno en people & arts. Conseguí comida para los gatos.

Abro la manteca. El chino me la vendió vencida de hace un mes. Se zarpó el chino.

Voy a interrumpir el reality. Voy a bajar a cambiarla. Voy rápido y vuelvo, YA. Ok, ya. Dejo todo prendido, total ya vuelvo. Llego a ver el final.


Bajo. Abro la puerta. No, no abre? NO! NO! ESTAS NO SON MIS LLAVES! traje las llaves de mi hermana? ah, no, soy una idiota. Las que me llevé sin querer y borracha en año nuevo de la casa de mi mamá! no puedo creerlo. El programa. Apagué el fuego? Sí. Calma. Le toco timbre a Julio. No atiende. Ok, a las de enfrente, que me dejen entrar por la terraza. No.

Nadie. Nadie en su depto.


En el cuarto ladra ese perro asqueroso batata. Toco. Toco puerta. Dónde tiene el timbre esta gente? Este perro. Esta vieja caracúlica que en la reunión de consorcio no sabía emitir palabra pero le sonreía a los malagente. Me presta las llaves de abajo. No me ofrece teléfono. Pabre. Salgo.


Nadie. Nadie en la calle.


No hay locutorios, no hay nada abierto. Voy a llorar? No. Consigo un teléfono público, qué retro. Tengo plata? tengo plata. Tengo monedas, bienbien. Anda esto? Sí. 47 mm -mm - mm - mm - mm -mm.



JA.


Mamá sí tenía una copia de las llaves.



Te aclaro: conmigo no se jode, dos mil nueve.
 
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