domingo, 1 de agosto de 2010

La vida por un par de zapatos

Por primera vez salimos de paseo en auto con las chicas, y en uno cero feo que se la re bancó.  Muy enorgullecedor ver a una amiga al volante. Como que te sentís grande pero joven. Es lo más. Y encima con día de sol y el objetivo de ir hasta la loma del orto sólo porque hay unas chicas conchetas de San Isidro que venden los borceguitos divinos que querés, pero a precio de fábrica.

Nos emocionaba toda la idea, pero mal. Y cuando ya estábamos todas arriba del auto, tuvimos que gritar un poco. No sé por qué no nos atemorizaba eso de que fuese la segunda vez que Mari manejara sin el papá de copiloto por los barrios porteños. Al contrario, nos daba una suerte de adrenalina, qué sé yo, conformar esa imagen de cuatro mujeres aventureras viajando por el conurbano en busca del calzado ideal.

El choque de coté contra el auto estacionado mientras andábamos por la avenida, digamos que fue lo peor.  Ahí como que apareció lo del miedo de muerte. Pero igual todo bien porque no fue nada, un ralloncito. Y algunas puteadas del dueño,  obviedades.  A lo largo del viaje,  Mari esquivó a varios coches contra los que casi nos dábamos de una. Hubo un hijo de puta en particular que cruzó zarpadamente rápido por la izquierda. Tiene buenos reflejos Mari, y Nati es genial copiloto, esa combinación como que nos salvó.

Pero después del emocionante temita de la autopista, llegamos hasta una casa diina en Zona Norte en la que unas rubias te vendían zapatos mientras te convidaban limonada en un fondo con jardín y mesas con venecitas de colores. Eso no tiene precio. Bueno, sí tiene, y es en efectivo. Pero me refiero a que todo valió la pena. Quiero decir, las idas, la vueltas, las veces que doblamos hasta encontrar Álvarez Thomas y, sobre todo, nuestras vidas por ese final feliz de sábado soleado de invierno en una parri, comiendo bondiola, cada una con su par de zapatos nuevos.

Ahora, muero por estrenar los míos, una suerte de trofeo femenino ganado frente a la adversidad. Muero por eso pero sobreviviré. Sí. Volveré y compraré millones.

18 comentarios:

  1. jajaj!! yo muero por saber donde se compran los borceguitos diiinos!!

    ResponderBorrar
  2. jajaja, que leeendo sábado Male!!!!! :) Es medio obvio que vos eras la que mas gritaba en ese auto!

    ResponderBorrar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  4. che gracias por pasar,saludos. tu blog es genial. un beso

    ResponderBorrar
  5. myv: después te paso el dato. es ultraarchisecretísimo (?) pero te lo re paso.

    martín: sí, re garpó! conclusiones: hay que rayar autos ajenos y comprarse zapatos más seguido.
    oíme, no subestimes la capacidad de grito de mis amigas. tengo una en particular que creo que me supera. sí, jevi.

    ey, nicolásss. uy, qué bueno que te pasaste por acá :) vos sos muy capo. salut!

    ResponderBorrar
  6. posteate la foto del triunfo y todos hechos.

    ResponderBorrar
  7. El sabado fue de lujo, lo mas las cuatro excitadas en el auto, yo de nuevo poniendo me un auto de costado, es verdad mi lado derecho anda fallando, todas felices con el par de cada una, LA BONDIOLA Y NATI COMO COPILOTO LOS DELEUXE DEL SABADO.

    ResponderBorrar
  8. aaaaaah, nananana. me había olvidado.

    bueno. andasa el temita del cablecito, pero lo voy a intentar, salías muy graciosa.

    mari: somos unas genias. no hay dudas, cada día lo confirmo un poco más. Lo bueno es poder estar viva para contarlo, no? bien.

    ResponderBorrar
  9. Somos lo mejor de Almagro y hasta de Palermo...claro que vivas siempre eso es importante las mas vivas de todas...

    ResponderBorrar
  10. Creo que acá hay una cuestión de género. Y mirá que ni se manejar.
    Pero el hecho de que se tomen con tanta ligereza haber rayado el cero de papá y el de otro señor las hace mujeres. Y no es despectivo, ni es una crítica (negativa). Incluso me parece envidiable, y las veces que estuve detrás de un volante son pulgar, índice, mayor, anular y meñique. Pero estoy seguro que me hubiera opacado el día. Como a ustedes, salvando las distancias, si se les hubiera partido una uña o corrido una media.
    Péguenme y llámenme Marta.

    ResponderBorrar
  11. no hay nada que me importe menos que se me corra una media.

    ah, sí: que se me parta una uña.

    ResponderBorrar
  12. Ay Lautaro te voy a tener que pegar, primero que el auto de papa no era cero, ya tiene sus kilometros, y si la verdad que la alegria femenina que ir de compras no puede ser opacada por nada...salvo por que no haya el color que uno quiere o por que el pantalon no me entre...Envidianos martaaaaaaaaaa!!!!!!!!

    ResponderBorrar
  13. Me acordé de Marta, mirá. El otro día dijo que leía este blog. Te saludo, Marta, (a la original le hablo) donde quiera que estés.

    ResponderBorrar
  14. las primeras andanzas movileras son grosas e inolvidables.

    ResponderBorrar
  15. ya veo. y eso que todavía no aprendí a andar en bicicleta.

    ResponderBorrar
  16. hahahah eso me suena a Rauch! es muy utopico que te hagan pasar como de "contrabando" al patiecito todo medio naif

    ResponderBorrar

 
Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons.