Hace veinte minutos, en medio de la avenida Santa Fe -en su cruce con Billingurst-, una corriente de aire hizo que el vestido que me llega siempre hasta las rodillas se me subiera durante medio segundo hasta la cadera. Medio segundo son 500 milésimas de segundo, que es un montón.
Cuando repleta de vergüenza conseguí volver todo a su lugar (todavía me faltaba caminar varios metros para llegar a la esquina) una señora que había visto la escena me sonrió con una suerte de compasión. Lo mío, impresentable.
Pero si al menos yo hubiera tenido quinientas de las milésimas de gracia que ELLA (ver foto) supo tener...
viernes, 29 de febrero de 2008
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che... pero a ella no se le ve la cadera. se tapa con las manos. no vale.
ResponderBorrarlo tuyo es valentia pura.
(igual, moria por verte en ese momento. moria male. moria.)
(Mirá que sos mala, eh)
ResponderBorrar(ahora me lo podes decir en mi blog)
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